sábado, 5 de septiembre de 2009

INIMA, LA MORADA DEL DRAGON


Hace muchos años, en una época olvidada en el germen de los tiempos, en el centro de una geografía indefinida, vivía un viejo y sabio dragón. Dragoste, pues así se llamaba este ser de fuego, tenía su morada en el Inima, justo en el centro de la montaña de Piept. Por el interior del Inima corrían los cálidos torrentes de Sange, los cuales comenzaban y terminaban en este emplazamiento como un perímetro eterno. También se encontraba en este lugar el origen de Oftatul, que era la brisa que llevaba y traía noticias al gran dragón... La tradición rezaba que el caballero debía adentrarse en lo más profundo de Inima. Las paredes de este lugar eran duras y el tiempo las había ido erosionando. Mas a pesar de su aspecto tosco era el hogar idóneo para Dragoste "El Ardiente".

La razón por la que el hidalgo había de penetrar en dicho lugar era la de someterse al juicio del morador de estos lares. Sin duda resultaba sobrecogedor simplemente el encontrarse en su presencia podía provocar una cierta aprensión.

Al encontrarse ante la figura del gigantesco reptil de rojas escamas y ojos tiernos, la persona en cuestión debía de pasar la prueba de pureza y valor. Y el reptil interpelaba con voz atronadora pero cálida y acogedora. Tan sonora podía llegar a ser la verbalización del enjuiciador que sus ecos retumbaban en toda la montaña de Piept y por momentos pareciera que sus paredes fueran a caer abajo... Y el caballero se alojaba en la reflexión...
Tras los instantes precisos para meditar las respuestas y ejecutarlas, no hacían falta sentencias. Sange bullía con fuerza por todas las galerías, túneles y arcadas, y Oftatul se transformaba de brisa en fuerte viento... tan fuerte que casi cortaba la respiración. En ese mismo momento en el rostro del ígneo ser se dibujaba una sonrisa bajo sus brillantes ojos. Entre sus garras sostenía el don que se otorgaba al que pasaba la prueba victorioso. Y ese regalo era un minúsculo frasco del más liviano vidrio que contenía la esencia de Sufletul...

6 comentarios:

Rafa dijo...

Interesante relato de caballeros que han de adentrarse en los dominios de la bestia, pruebas a las que someterse de valentía e integridad ante los ojos del temido dragon de igneo color.

Me da la espina que ese frasco de fragil vidrio que obtiene aquel valiente afortunado que solventa la prueba con exito encierra mas de un inimaginable poder, quizas unido a algún secreto sortilegio, ¿quien sabe? Esperaremos saber algo más de la tierra de Inima en proximas entregas del juglar errante que canta las gestas y hazañas que por aquellos remotos, olvidados parajes y tiempos se generaron...

Un saludo Diablo.

ana dijo...

Totalmente de acuerdo,intrigada me encuentro sobre el contenido de ese vidrio.

Joder, estás que te sales diablooooooo.

Creo que no volverá el tiempo en el que te amenaza con huelgas para que nos regalaras cuentos.

Me ha encantado, de verdad.

Un besitoooooooooooo de sábado, antes de irme a dormir la siesta.

Ana dijo...

Me gustan las historias de dragones...Y me dejas intrigada con el frasco...
Muchos besos.

ana dijo...

Si te digo yo que el frasco te va a obligar a seguir la historia ja ja ja ja ja ja.

Bueno que a partir de las cero horas del domingo hay algo esperandote en mi blog. Espero que tengas la amabilidad de aceptarlo, ja ja ja ja ja ja ja ja.

Otro beso vengaaaaaaaaaa.

Arwen dijo...

Me encantan los relatos de dragones y estoy ante uno de lo mas bello que he leido sobre ellos...
Felicidades Diablo un placer venir a leerte..besitoss con mucho cariño

Anónimo dijo...

Vale, recuperada del susto diablo-meme... así que segunda parte con frasquito ehhh, para compensar...
Apuntaté todas las historias que nos dejas pendientes, para continuar, porque a tus lectores no se nos olvidan...
Más besicos.