lunes, 14 de septiembre de 2009

BAILANDO CON ANTONIO


Nuevo relato "recuperado"... En esta ocasión es una adaptación propia de alguna leyenda popular que leí. Romanticísmo y amor eterno...

María lo tenia todo. Bella, grácil, inteligente…Incluso tuvo la suerte de encontrar el amor de su vida. Si, de su vida, porque demasiado pronto el destino silenció la música que hacía danzar a sus corazones. Una cálida noche Antonio salió a pescar en su barca, y la mar fue generosa llenando sus redes a rebosar. ¡Pero las aguas son caprichosas! Y tornáronse bravas y furiosas, jugando con la barca de Antonio como un niño con una cáscara de nuez en un charco. Antonio se hundió lentamente.

A la mañana siguiente María le encontró en la arena, inerte, con sus negros cabellos enredados entre las algas. Entre lágrimas, ofició su funeral y enterró a su adorado con los pies apuntando al mar.

Paso el tiempo. Llego noviembre. María se acercó a la orilla de la playa la noche de todos los santos, porque dicen que esa noche los muertos salen a bailar. Oyó música a lo lejos, miró, y la luz de la luna resplandecía en la palidez del rostro de Antonio.


-¡Regresa María!. Tú no deberías estar aquí
-He venido a bailar contigo, y bailaremos

Y bailaron y bailaron, abrazados, mirándose a los ojos. ¡Bailaron como nunca!. Hasta que cesó la música.

-Vuelve con los vivos mi amor
-¡Solo un poco más!...Luego me iré.

Y continuaron bailando al ritmo de las canciones que tarareaba María.

-¡Vete María!
-¡Pero te pertenezco a ti!

Y bailaron y bailaron el resto de la noche, rodeados de fantasmas.

A la mañana siguiente María regreso al hogar, húmeda por el rocío. Al verla su madre tendida en la cama exclamó:


-¡Está pálida como un aparecido!

Y temió que su hija estuviera muriendo. Pasó el día cuidándola. Vinieron los vecinos, vino el cura con la esperanza de poder ayudar. A veces parecía escuchar a las visitas, otras veces daba la sensación de oír algo que no captaba nadie más. Esa noche, una dulce melodía que traían los rayos de la luna y la brisa se propago por toda la casa. Una música que tan solo ella podía escuchar.

Hoy, si vas a la aldea y preguntas por María, te dirán simplemente que María se fue a bailar con Antonio…Por siempre jamás…
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Como me gustan aquí los relatos...yo creo que estos cuentos de amores eternos hasta la otra vida nos gustan tanto para compensar con los imposibles "parasiempre" de la vida real...
Besicos

ana dijo...

Me encanta esas cosas que rescatas.

Y este relatooooo, buffffffffff, yo también hubiera bailado con Antonio.

Un besoooooooooooo, mi diabloooooooo.

Rafa dijo...

Un bello cuento con los ingredientes precisos para que llegue al alma. El mar, la luna, la muerte, la musica, el baile, la espera,...

Y como el baile de auqella pareja permanecerá eterno en nuestros recuerdos.

Absolutamente magistral.

Abrazo.