lunes, 7 de septiembre de 2009

EL UNDÉCIMO CUENTO DEL DIABLO Y LA LUNA OSCURA: ÉRASE UNA VEZ UN JARDÍN

CUENTO ESCRITO POR DIABLO Y LUNA OSCURA

Érase una vez, permitidme contaros lo que vi, un lejano país ayén de los mares. Y en ese país encontrábase, en su lejano centro, un castillo.

Y en ese castillo, de un lejano reino, en un inmenso país, más allá de los límites del mundo había un jardín como vuestras mercedes jamás de los jamases pudieran llegar a imaginar.Sin duda alguna pudiera afirmarles que en él se hallaban las más bellas flores con los perfumes más embriagadores. Mas en el núcleo de ese paraje de reposo y recreo para los sentidos se alzaba la más rara de entre todas las raras especies que allí se encontraban.

Había una rosa negra como la noche cerrada. Si, como ya he enunciado, se trataba de un prodigio entre los prodigios, sus aterciopelados y oscuros pétalos contenían una particularidad aun mayor...En su corola podíase apreciar dos manchas escarlatas. Y hete aquí, damas y caballeros, que esas marcas parecieran dos gotas de sangre caídas accidentalmente por un corazón herido.

Habéis de saber que fue tal mi asombro por aquel hallazgo, que sin poder evitarlo me acerque aún más a ella y en mi contemplación me perdí, dibujándola en mi mente una y otra vez, hasta que cayó la noche y sentí como la brisa mecía suavemente sus pétalos. Y, aunque me creáis loco, pues yo mismo lo creí en un tiempo, aquella rosa negra, con la más sublime belleza, me entonó su historia en una mágica melodía:



"Hubo un tiempo en que vestí de blanco, en el que en mi hogar el sol lo fue todo y el agua llegaba siempre de su mano.

Respire la vida en sus exhalaciones. Soñé ser sus fragancias, y él la mía. Y de sueños me alimenté. Sentí su aliento cálido aquella noche fría, y sin saber lo que era el amor, le amé en aquel calor. Y por él no morí, luchando en la permanencia del tiempo.

Me había agasajado con los más dulces mimos. Tan solo el verle hacía que luciera mas lozana que nunca habiéndome impregnado durante toda la noche con la blanca luz que me llegaba de la luna. Y es así que, cuando me visitaba con el lucero de la mañana, yo desplegaba mis satenes devolviendo al aire ese fulgor. Mas una rosa tan solo es una rosa...o no. Y a pesar de los cariños que me ofrendaba él no podía verme de otra forma que no fuera la de preferida de su jardín, que no de su corazón.

Rogué a todos los crepúsculos el convertirme, aunque fuera tan solo por un corto tiempo, en doncella que pudiera acariciar su ser. Pero este deseo que no veía concedido hacía que, a la mañana, lo que pudieran parecer gotas de rocío fueran mis lágrimas derramadas. Y sin duda, fueron ellas, las que alargaron mi vida para aumentar mi sufrimiento. Pues en el amor de mis días, fui testigo del suyo, y tras su noche de bodas me visitó dispuesto a talar la agonía en favor de su amada.

Al hacerlo, senti aquellas manos añoradas sujetar mi tallo, y estremeciéndome en el momento, y más viva que nunca, le herí con mis espinas bañadas de dolor, sintiendo como su sangre se derramaba sobre mi, y dentro de él la mía.

Nunca una rosa fue simplemente una rosa y yo habité en él, y por el veneno de mi anhelo murió en mi vida y no volvió a este jardín. Por él, me vestí de negro y en mi luto cada noche canto esperando que vuelva, haciendo brillar su sangre, la mía..."

Y como me lo contaron lo cuento. No puedo decir nada más... porque no se nada más. Tan solo que las gotas de sangre de él tiñeron la presencia de la hermosa flor de ese tono amargo, y que las lágrimas que brotaron de ella se concentraron dando forma a esa roja marca tan peculiar. Caballero, espero que la explicación le haya satisfecho. Narrarle otra cosa sería simplemente...¿invención?

Dedicado a Rafa con mucho aprecio. Sinceramente, esperamos que la explicación le haya satisfecho...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Un excelente modo para acabar el relato... redondo.

Buena versión musical, jajaja.
Besicos a los dos

Rafa dijo...

A ti, a ti… si… a ti… Diablo.
No voy a dejarte sin comentario.
Primero agradecer el buen gesto.
Ya sabes, hablo por hablar;
Escribo porque tengo dedos.
Un día te comenté que era rápido.
Me acuerdo. Hoy no importa.
Escribo lento porque me equivoco.
Yo tengo mis manías,
Las mantengo y cuido.
Si alguna vez, alguna,
Interfiero en tu trabajo…

Rafa: Hoy tuve una dedicatoria.
Voz en Off: Imposible.
Rafa: Estoy orgulloso.
Voz en Off: Nadie te conoce.
Rafa: Mira y cerciora.
Voz en Off: Palabras tan solo.
Rafa: Hay algo de mí.
Voz en Off: ¿Y quién eres?
Rafa: Me veo en sus cuentos.
Voz en Off: ¿Cuentos?
Rafa: Imaginan…
Voz en Off: ¿Y tú qué piensas?
Rafa: No pienso, disfruto.


Mi agradecimiento y abrazo siempre.

AMIGO

Adolfo Fernandez Penayo dijo...

Hola, me ha gustado mucho tu blog...
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Alex dijo...

Me ha encantado, un precioso final.
Que conste que a mi me debes el final del relato del "emparedado", ¿invención?, la que quieras, hala, ahí queda el reto... por pedir que no quede...